El mundo de la competición, de la jornada de ocho horas, del racismo, el patriarcado persiguiendo, amenazando, violando. El mundo de la incertidumbre sobre tu casa, sobre tus colegas, sobre la policía. El mundo de quienes no saben si llegarán a final de mes, si tendrán agua en su casa, si cerrará la fábrica o el bar.Ese mundo nos agobia, nos da ansiedad, rabia, impotencia, incertidumbre y
miedo.No renunciamos a la guerra, estamos venciendo nuestro miedo para seguir participando en ella. Sin embargo, nosotres dentro de nuestros espacios y capacidades debemos crear zonas de paz para les oprimides. Espacios seguros, que se llaman últimamente. Conjuntos de personas y colectivos, asociaciones y lugares desde donde ataquemos juntes, donde nos cuidemos, donde ayudemos a quien más lo necesite, y donde podamos pedir ayuda con seguridad. Donde nadie piense en sacar rédito del resto. Donde podamos desconectar, estar en tranquilidad frente al estado de alerta que nos propone el mundo de la competición y la jerarquía.Somos zona de paz, y os declaramos la guerra.